Profissão: Tradutor!
El reto de traducir las columnas de Eliane Brum para El País: entre el periodismo y la literatura
Trabajar como traductor para un periódico es adentrarse en terreno cenagoso: hay que tocar temas de lo más variopinto y los plazos suelen ser cortos. Desde luego, darle a la tecla al ritmo de la actualidad no es una tarea fácil, ni para quien redacta ni para quien traduce.
Por eso, cuando me ofrecieron formar parte del equipo encargado de verter al español las piezas producidas por El País Brasil, respiré hondo.
¡Era todo un reto!
La propuesta me llegó por medio de un grupo de Facebook que había creado, centrado en la combinación portugués < > español. En él participaba un colega periodista, a quien le habían encargado la coordinación del proyecto traductoril para el diario.
Los primeros encargos de traducción para El País fueron noticias cortas, así como algún que otro reportaje sobre política.
Un buen día me encargaron la que sería mi primera versión de una columna de Eliane Brum, una periodista conocida por su estilo literario, con una prosa que va de lo coloquial a lo técnico, pasando por lo poético.
Fui dando lo mejor de mí en esta tarea, que me exigió investigar bastante terminología y hacer algunas adaptaciones creativas. Poco a poco me convertí en el traductor oficial de sus columnas. Para resolver dudas, a veces le mandaba correos electrónicos a la autora, a quien le gustaba seguir las migraciones de sus letras al español.
En uno de nuestros primeros intercambios por internet, le comenté que sus textos eran amazónicos: inmensos, diversos y muy verdes. Ella me respondió que le encantaba la libertad proporcionada por los medios digitales, pues permitían una extensión mucho mayor que los impresos. Además, podía usar o enlazar todo tipo de materiales multimedia.
En realidad, más que columnas eran las bases de un sistema filosófico propio. Allí se fundían todos los géneros periodísticos de una manera fluida: los informativos (noticias y reportajes), los interpretativos (entrevistas) y los opinativos (artículos de opinión y columnas). Su complejidad exigía recurrir tanto a conocimientos de traducción técnica como al arte de la transcreación literaria.
Los diálogos con la periodista y la dedicación a sus textos me hacían recordar una y otra vez los debates propuestos por las ciencias de la comunicación: ¿Es posible escribir de manera objetiva? Si es así, ¿cuál es el método para lograrlo? ¿Cómo se tratan los hechos en los géneros que implican subjetividad por parte del autor?
Estas cuestiones se habían planteado a lo largo de toda la carrera de Periodismo, que había estudiado en mi alma mater, la Universidad de Santiago de Compostela. Más tarde tuve la oportunidad de conocer la perspectiva brasileña sobre estos temas, gracias a las clases y conferencias del profesor José Marques de Melo.
Por cierto, menos mal que, cuando las columnas de Eliane Brum llegaron a mis manos, yo llevaba una década viviendo en Brasil.
Me había mudado de Santiago de Compostela (Galicia, España) a São Paulo a finales del 2005. En 2015 ya me había dado tiempo de escuchar mucho portugués de la calle y de mejorar mis conocimientos de gramática en los cursos ofrecidos por la Universidad de São Paulo. También había cursado un posgrado en la Escuela de Comunicaciones y Artes de esa universidad.
Tal vez los ejercicios expresivos más difíciles fuesen escribir poesía en los talleres de la Casa de las Rosas y redactar reportajes y críticas literarias para el periódico Folha de S.Paulo. Em ambos casos, en portugués. Una lengua que, poco a poco, fue dejando de sonarme a extranjera.
La política y la economía estaban muy presentes en mi día a día como traductor. Una de las ventajas del trabajo que realizaba era mantenerme actualizado sobre lo más destacado de lo que ocurría en el mundo.
En aquella época, la actualidad estaba marcada por la crisis financiera global. Este escenario, combinado con circunstancias específicas de Brasil, llevó a la presidenta en el poder a sufrir un impeachment (término que estandarizamos como “proceso de destitución” en nuestro glosario).
Vista la exigencia de las tareas a realizar, que requerían estar al día de los acontecimientos, investigar la terminología y tener un estilo flexible, pedí que constase mi crédito como traductor. El diario no lo aprobó en el caso de las noticias y reportajes, pero sí en el de las columnas. Esto implicaba, por una parte, que el periódico le daba reconocimiento público a mi trabajo; por otra, que yo asumía la responsabilidad del mismo, inclusive eventuales errores.
Esto demuestra que, a veces, el hacer valer nuestros derechos morales, como autores de una obra derivada, consiste en algo tan sencillo como pedirlo. Incluso Eliane Brum tuitó, alguna que otra vez, el título de la versión española, con una mención al traductor y un enlace a la publicación.
En esta tesitura llevaba yo algunos meses cuando me escribió la periodista Tayane Abib por Instagram. Me comentó que iba a dedicar su trabajo de fin de maestría (“dissertação”, como le llaman en portugués) a la internacionalización de las narrativas de Eliane Brum.
Como parte del proyecto, la investigadora había recibido una beca para permanecer en España durante algunos meses. Eso le permitió visitar la sede de El País en Madrid, y tuvo la amabilidad de invitarme en calidad de traductor.
Pudimos ver la rotativa. Fue una de las últimas oportunidades para ello, pues poco después la empresa decidió prescindir de ella y subcontratar el servicio de impresión. Me interesó mucho la descripción del cuidado puesto por el equipo en el proceso tradicional de revisión de las pruebas del periódico impreso. Me pregunto cómo habrá cambiado tras la externalización del servicio.
Esta experiencia la divulgué en redes, sobre todo en LinkedIn. Por allí solía publicar también invitaciones a leer las columnas de Eliane Brum en español.
Uno de los lectores fue Ewandro Magalhães, autor de un libro en portugués sobre la interpretación simultánea. Brasileño, en aquella época expatriado en Ginebra, trabajaba como intérprete jefe en el sistema de Naciones Unidas.
A Ewandro le había sugerido traducir su libro al español algún tiempo atrás. Sin embargo, solo se decidió a aceptar mi propuesta cuando vio mi trabajo como traductor periodístico.
¿Qué lo animó a tomar esta decisión? Entre otros motivos, el que su obra usase un lenguaje coloquial muy próximo al de algunos fragmentos de Eliane Brum. Además, en algunas partes se hablaba de política, un tema recurrente en mis labores para El País.
Esta es una prueba de la importancia de divulgar nuestra carpeta de traducciones.
Sin duda, el periodismo y la traducción han dejado huellas profundas en mi vida. Este trabajo fue un puente para conocer a personas que pasaron a formar parte de mi red más allá de lo profesional.
En el caso de Eliane Brum, su implicación con los temas que trataba y con algunas de las personas protagonistas de sus columnas no acababa en el periódico.
Como voluntaria, desarrolló un proyecto que tomó su nombre de una columna que había escrito, “Refugiados en su propio país”. El objetivo era proporcionar atención en salud mental a personas que habían perdido sus casas debido a la construcción de una hidroeléctrica en la Amazonia.
Cuando supe de la iniciativa, me ofrecí como voluntario para traducir los materiales al español. Me sentí conmovido por la situación descrita y fui a la presentación en Sao Paulo, para ver a Eliane contar la historia en persona. Allá estaba ella, hablando de la terrible situación que atravesaban muchos ribereños, tras haber visto destruidas sus casas, sus pueblos y el medio ambiente debido a la subida del nivel de las aguas causada por la presa.
En aquel evento participó también el fotógrafo Lilo Clareto, colaborador habitual de las columnas, que se había encargado de la documentación gráfica de la iniciativa. Lilo falleció años después, de COVID-19, lo que me entristeció de sobremanera.
Aunque el periodismo sea, en muchos aspectos, un ejercicio de imparcialidad, hay espacio para la empatía. Dicen que el traductor es el lector más atento de un autor, así que acabé por conectar con muchas de las situaciones que sensibilizaban a
Eso sí, igual que el periodismo debe ser fiel a los hechos, la traducción debe ser precisa con relación al contenido del texto fuente. De este modo, ambas disciplinas comparten aspectos técnicos y humanos, que fluyen juntos en los procesos de comunicación.
El resultado final combina técnica y creatividad. Es necesaria una perspectiva de conjunto, que pueda sumar lo técnico y lo literario y adaptarlo a un contexto cultural determinado.
El periodista da un dato, el traductor debe comunicarlo sin distorsiones. El periodista se emociona, cabe al traductor transmitir esa misma emoción en la lengua de destino.
O desafio de traduzir as colunas de Eliane Brum para o El País: entre o jornalismo e a literatura
Trabalhar como tradutor de um jornal é entrar em um terreno pantanoso: é preciso tocar os mais diversos assuntos e os prazos costumam ser curtos. E logicamente, acompanhar o ritmo da atualidade não é uma tarefa fácil, nem para quem escreve, nem para quem traduz.
Por isso, quando me ofereceram para fazer parte da equipe encarregada de verter para o espanhol as peças produzidas pelo El País Brasil, respirei fundo.
Era um grande desafio!
A proposta chegou até mim por meio de um grupo de Facebook que eu mesmo tinha criado, com foco na tradução português<>espanhol. Nele participava um colega jornalista a quem coube coordenar o projeto de tradução do jornal.
As primeiras atribuições eram notícias curtas, bem como reportagens ocasionais sobre política.
Um belo dia recebi a encomenda do que seria minha primeira versão de uma coluna de Eliane Brum, uma jornalista conhecida por seu estilo literário, com uma prosa que vai do coloquial ao técnico, passando pelo poético.
Eu estava dando o meu melhor nessa tarefa, o que me exigia uma ampla pesquisa de termos e fazer algumas adaptações criativas. Pouco a pouco tornei-me o tradutor oficial de seus artigos. Para resolver dúvidas às vezes enviava e-mail para a autora, que gostava de acompanhar as migrações de suas palavras para o espanhol.
Em uma de nossas primeiras trocas, comentei com ela que seus textos eram amazônicos: imensos, diversos e muito verdes. Ela disse que amava a liberdade proporcionada pelos meios digitais já que permitiam uma extensão muito maior dos textos. Além disto, podia criar links para todo tipo de materiais multimídia.
Na realidade, mais do que colunas, eram a base de um sistema filosófico próprio. Todos os gêneros se fundiam lá com fluidez: informação (notícias e reportagens), interpretação (entrevistas) e opinião (ensaios). Sua complexidade exigia o uso de habilidades técnicas de tradução e da arte da transcriação literária.
Os diálogos com a jornalista e a dedicação aos seus textos me fizeram relembrar continuamente os debates propostos pelas ciências da comunicação: é possível escrever de forma objetiva? Se assim for, qual é a melhor forma de alcançar este objetivo? Como devem ser tratados os fatos nos gêneros que implicam uma subjetividade por parte do autor?
Estas perguntas me acompanharam ao longo de toda a minha trajetória como estudante de jornalismo em minha alma mater, a Universidade de Santiago de Compostela.
Mais tarde, tive a oportunidade de conhecer a perspectiva brasileira sobre estes temas, a partir da escuta de aulas e palestras do professor José Marques de Melo.
E a propósito, ainda bem que eu já morava no Brasil há uma década quando os textos de Eliane Brum chegaram às minhas mãos.
No fim de 2005, mudei de Santiago de Compostela (Galícia, Espanha) para São Paulo. Em 2015 já tinha tido tempo suficiente para escutar muito o português das ruas e de melhorar meus conhecimentos de gramática nos cursos oferecidos pela Universidade de São Paulo. Também cursei uma pós-graduação na Escola de Comunicação e Artes dessa universidade.
Talvez os exercícios mais difíceis fossem os de escrever poesia nas oficinas da casa das Rosas e redigir reportagens e críticas literárias para o jornal Folha de S.Paulo. Em ambos casos em português, uma língua que pouco a pouco deixou de soar estrangeira.
A política e a economia estavam muito presentes no meu dia a dia como tradutor. Uma das vantagens do trabalho que eu realizava era poder me manter atualizado sobre os destaques dos acontecimentos do mundo.
Naquela época, o mundo passava por uma crise financeira. Esse cenário, junto com as características específicas do Brasil, fez com que a presidenta no poder sofresse um impeachment (termo padronizado como “proceso de destitución” em nosso glossário).
Tendo em consideração a exigência das tarefas que tinha que realizar — estar sempre a par dos acontecimentos, pesquisar terminologia e ter um estilo flexível —, pedi que meu crédito como tradutor fosse registrado. No caso das notícias e reportagens não foi aprovado, mas sim nas colunas. Isto tinha várias implicações: por uma parte o jornal reconhecia publicamente o meu trabalho, mas por lado, eu assumia a responsabilidade por eventuais erros.
Isso mostra que, às vezes, fazer valer nossos direitos, como autores de uma obra derivada, consiste em algo tão simples quanto pedir reconhecimento. Eliane Brum chegou a tweetar, de vez em quando, o título da versão em espanhol, com link para o texto e menção ao tradutor.
Eu estava nesta posição há alguns meses quando a jornalista Tayane Abib me escreveu no Instagram. Ela me disse que ia dedicar sua dissertação de mestrado à internacionalização das narrativas de Eliane Brum.
Como parte do projeto, a pesquisadora havia recebido uma bolsa para ficar na Espanha por alguns meses. Isso permitiu-lhe visitar a sede do El País em Madrid, visita para a qual teve a gentileza de me convidar como tradutor.
Pudemos ver a imprensa. Foi uma das últimas chances já que pouco depois disto a empresa se desfez dela e decidiu terceirizar o serviço de impressão. Fiquei muito interessado na descrição do cuidadoso processo de revisão do jornal impresso. Eu me pergunto como esta dinâmica terá mudado após a externalização do serviço.
Divulguei nas redes esta excursão de caráter acadêmico, especialmente no LinkedIn. Lá publicava também fragmentos dos textos que ia traduzindo acompanhados dos links direcionados ao jornal.
Um dos leitores foi Ewandro Magalhães, autor do livro sobre interpretação simultânea “Sua Majestade, o Intérprete”, brasileiro, e que naquela época residia em Genebra, onde era intérprete chefe no sistema das Nações Unidas.
Eu já havia sugerido a ele fazia algum tempo que traduzisse seu livro para o espanhol, mas só aceitou minha proposta quando viu meu trabalho como tradutor jornalístico.
O que o fez tomar esta decisão? Entre outras razões, porque em seu trabalho Ewandro usou uma linguagem coloquial muito próxima à de alguns fragmentos das colunas de Eliane Brum. Além disso, também ele falava de política em alguns momentos, um tema recorrente em meu trabalho para o El País.
Esta é a comprovação da importância de divulgar nosso portfólio de traduções.
Sem dúvida o jornalismo e a tradução deixaram marcas profundas na minha vida. Este trabalho serviu como ponte para conhecer pessoas que passaram a fazer parte da minha rede para além do âmbito profissional.
No caso de Eliane Brum, o seu envolvimento com os temas tratados e com algumas das pessoas protagonistas de suas colunas não se restringia ao jornal.
Como voluntária, desenvolveu um projeto chamado “Refugiados de Belo Monte”, o nome de uns dos artigos que havia escrito, e cujo objetivo era oferecer atenção em saúde mental para pessoas que tinham perdido suas casas devido à construção de uma hidroelétrica na Amazônia.
Quando soube da iniciativa, me ofereci como voluntário para traduzir o material para o espanhol. Fiquei impactado pela situação descrita e fui na apresentação de São Paulo para ver a Eliane contar a história pessoalmente. E lá estava ela, falando da terrível situação pela qual passavam muitos ribeirinhos que tiveram suas casas, povoados e o meio ambiente destruídos devido à construção da barragem.
O fotógrafo e poeta Lilo Clareto, colaborador habitual das colunas, esteve presente naquele evento e foi o responsável pela documentação gráfica da iniciativa. Lilo faleceu alguns anos depois [abril de 2021], de COVID-19, o que me entristeceu muito.
Embora o jornalismo seja, em muitos aspectos, um exercício de imparcialidade, há espaço para a empatia. Dizem que o tradutor é o leitor mais atento do autor, então acabei me aproximando de muitas das situações que sensibilizavam a Eliane Brum.
Assim como o jornalismo deve ser fiel aos fatos, a tradução deve ser precisa em relação ao conteúdo fonte. Desta forma, ambas as disciplinas compartilham aspectos técnicos e humanos que fluem juntos no processo de comunicação.
O resultado final combina técnica e criatividade. É necessária uma perspectiva de conjunto que consiga somar os aspectos técnicos e literários e adequá-los a um contexto cultural determinado.
O jornalista mostra um dado, o tradutor deve comunicá-lo sem distorções. O jornalista se emociona, cabe ao tradutor transmitir essa mesma emoção na língua de destino.
Óscar Curros é bacharel em Jornalismo pela Universidade de Santiago de Compostela (Galícia, Espanha). Fez estudos de pós-graduação na Universidade de São Paulo e na Universidade de Brasília. Como jornalista, colaborou com jornais e revistas na Espanha e no Brasil. Como tradutor, trabalha tanto com textos técnicos quanto literários.
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